domingo, 11 de marzo de 2007

Me cuesta cuidarme a mi misma.


Me cuesta cuidarme a mí misma

La mayoría de las mujeres sufrimos en algún momento de nuestra vida lo que se denomina decepción crónica.
"No sé si soy feliz, siento como que no he resuelto todo en mi vida, como que me falta algo". Eso se llama "Decepción crónica".
Voy a pulverizar la decepción crónica de mi vida.

A veces pensamos que tendríamos que tener más de lo que tenemos, vivir más felices de lo que vivimos y hay muchas cosas que todavía no se han materializado. Queremos cosas, pensamos, soñamos y muchas veces nos hacemos la película de un montón de cosas, especialmente las mujeres, por ejemplo con ese hombre que te invitó a tomar un café y ya te ves con el vestido de novia, y él no quiere saber nada más que tomar un café y menos del vestido de novia.
Las mujeres planeamos ciertas partes de nuestra vida con mucho esmero y hasta los más mínimos detalles, pero el problema es que, después que pasa un tiempo, nos sentamos a esperar. En cambio los hombres son más de acción.
Nunca más espero sentada, voy a moverme para conseguir los sueños de Dios.

El sentarse a esperar y fantasear con los detalles es el peor de los errores.
Los resultados en la vida se dan por realizar acciones específicas.
Si te parás delante de la casa que querés y la tomás en el nombre de Jesús estás moviéndote para hacer una acción específica. Una vez que decidimos lo que queremos, debemos apoyar nuestras decisiones con acciones. No pueden quedar solamente en el pensamiento, en la ilusión, la fantasía o la imagen porque vas a tener ochenta años y te lamentarás de las cosas que tuviste en la cabeza y que no realizaste por no te atreverte a accionar.

¡Hay que moverse!

Los pasos necesarios para accionar:

1- Cuidarnos a nosotras mismas.
Las mujeres no nos movemos y muchas veces nos quedamos estancadas. Podremos apoyar proyectos de otras personas, alentarlos, aun poner dinero, felicitarlos por sus proyectos pero no podemos hacerlo con nosotras mismas porque no sabemos cuidarnos.
Cuando somos chicas nuestras madres nos enseñan a cuidar de otros pero no de nosotras mismas: "cuidá a tu hermanita", "cuidá a tu papá mientras yo no estoy". Se nos ha puesto una carga de cuidado muy grande entonces sabemos cómo cuidar a los demás pero no a nosotras mismas.
Hasta que llegamos a un estado de deterioro total y tenemos que recurrir -ante quien sea- para que nos ayuden.
Tenemos que aprender a cuidarnos porque sino nadie lo va a hacer.

2- Lo que sembramos, cosechamos.
Como toda la vida cuidamos a todo el mundo, llega un momento que esperamos que alguien cuide de nosotras.
Hablaba con una mujer, madre de famosos en la política, y me dijo que estaba muy enojada, que ella dio su vida por los hijos y "nadie le da nada, hasta el otro día mi nieta me gritó y me dijo de todo, mis hijos se van y me dejan sola. Para eso toda la vida estuve dándoles".
Hay un tiempo donde los seres humanos sembramos y en otro cosechamos.
Le dije: "Vos sembraste por mucho tiempo, aprendé a cosechar".
Muchas mujeres sabemos dar pero no recibir.

Este es un tiempo donde todo lo que hayas sembrado vas a empezar a cosechar.
"El otro se tiene que portar bien conmigo"; "la gente tiene que ser honesta, tiene que preocuparse por mi bienestar, ayudarme cuando tenga problemas, evitar que me enoje"
Lamentablemente no te van a cuidar y cuando no lo hacen te sentís como esta mujer enojada, herida, decepcionada y al otro no le hace mella. Una vez que tu hijo se crió y creció, ¿qué te dice? "Gracias mamá por todo". Es la ley de la vida, tienen que volar, crecer. Si no aprendiste a cuidarte vas a sufrir mucho pero si lo aprendes serás la mujer más feliz sobre la tierra.
Tenés que saber que hay mucha gente que no esta dispuesta a complacerte; gente que aunque vos quieras que te regalen una caja de bombones no te lo van a regalar, que festejen tu cumpleaños no lo van a festejar, que quieras que te regalen un ramo de flores, no te lo van a regalar, porque no les interesa complacerte.
Si primero no aprendés a complacerte a vos misma nadie lo va a hacer con vos, lo que vos no hagas con vos misma, el otro no lo hará.

3- Sentirme merecedora.
Aprendé a complacerte, a cuidarte, a tomar tiempo para vos, a darte gustos. Hay mujeres que tienen plata en su bolsillo y salen a la calle, tienen deseos de comprarse algo pero tienen tanta culpa que le compran al hijo, al marido, pero no se compran así mismas porque no creen ser merecedoras.
Sentite merecedora porque Dios te ha hecho hija y con eso viene todo lo que necesitas.

Dios anhela conocer los deseos de tu corazón y soltar desde el cielo lo que necesitas, pero si no aprendes a cuidarte y a complacerte, nadie lo hará.
Algunas mujeres todavía tienen la creencia de la infancia que va a venir Papá Noel, el Ratón Pérez, que todo va a venir de arriba, que no tienen que moverse demasiado, que con solo pedirle a Dios... Pero Dios ya te dio recursos para que te muevas y consigas todo lo que quieras conseguir, sólo tenés que soltar el potencial que El te dio y tomar aquello que estas necesitando para salir adelante.
No es tiempo de esperar sentada, de estar con los brazos cruzados, de esperar que otro te mime, comenzá a quererte, a mimarte, a cuidarte vos porque Dios lo hace con vos.

4- Vigilá tu oración.
Este es un tiempo de crecimiento, de abundancia y tenés que aprender a vigilar lo que estas orando, la semilla que plantaste porque sino el milagro va a pasar delante de tus ojos y se va a perder.
Perseguí la oración que oraste, no la sueltes ni digas "ya vendrá". ¡No!
Decí: Te voy a perseguir semilla hasta que vea el fruto que tanto reclame.
Aprendé a correr detrás de tus pedidos a Dios, a mirarlos, a evaluarlos, a tener tus ojos en tu vida espiritual.
Si estás débil espiritualmente es porque no te cuidaste y descuidaste tu vida espiritual porque no sabes cuidarte a vos misma.
Cuidar tu vida espiritual es lo más importante que tenés que hacer.
Si estás bajoneada metete debajo de la ducha y empezá a adorar hasta que sientas que tu espíritu nuevamente se fortalece y la fe comienza a crecer.
Perseguí tu oración hasta que veas el resultado.
Hay mujeres que nunca reciben respuesta a sus oraciones porque no las persiguen, hay quienes dicen "óreme pastora", y creen que la semilla me la pusieron a mí y yo tengo que cuidar su semilla. Sos vos quien tiene que cuidarla a pesar de que yo ore.
Velá por tu vida espiritual, perseguí tus oraciones, no esperes que otro ore por vos, hasta que logres el fruto que tanto estás buscando.
La mujer que sufría flujo de sangre por doce años había gastado todo lo que tenía pero cuando oyó hablar de Jesús se despertó su fe.
Hacé crecer tu fe, tiene que despertar.

No le eches la culpa a los de alrededor por tu bajón, buscá a solas renovar tu fe porque sos responsable de tu vida y de tu vida espiritual y si lográs eso podrás alcanzar todos los sueños que Dios te dio.
Esta mujer con flujo de sangre nunca se quedó quieta pero cuando escuchó de Jesús algo le pasó adentro.
Cuando escuchás de Jesús algo pasa porque estás hecha a imagen de El, algo se mueve y es fe.

El nombre Jesús impacta adentro, hace latir tu corazón fuerte, hace que todo tu cuerpo se mueva, es un nombre poderoso, es un perfume que sube delante de tu presencia y cuando lo olés sentís que algo nuevo se viene sobre tu vida. Algo pasa cuando mencionamos el nombre de Jesús.

Hacé algo por tu salud, por tu prosperidad, por tu familia, movete adonde está Jesús, cuidá tu vida espiritual, seguí la semilla que araste y no dejes de mirarla hasta que dé el fruto que tanto estás esperando.
Movete, accioná, arriesgate porque sos una mujer con el Espíritu Santo de Dios, no estás sola, tenés la fuerza del cielo.
A veces perdemos muchas cosas por no estar vigilantes, tu respuesta se puede ir sino prestas atención. Tal vez Dios te trae una respuesta muy especial y la perdés por no estar atenta.
Si Dios te da una palabra decí:
"Señor me diste esta palabra, me hablaste de esta manera la recibo. Señor no voy a esperar nada de nadie, voy a empezar a cuidarme porque lo que yo hago por mí los demás lo van a ver y cuando vean que me respeto, los demás me van a respetar; cuando vean que me amo, me van a amar; cuando vean que me cuido, me van a cuidar; cuando vean que estoy feliz, van a estar felices por mi".
Aprendé a cuidarte a vos misma, metete adonde sea, buscá a Jesús, perseguí la semilla y prestá atención para que nunca más pierdas la bendición.

5- Pedí específicamente.
Hay mujeres que dicen que se lo pasan orando y no pasa nada, eso es porque ni siquiera te acordás lo que oraste esta mañana. Tenés que ser detallista con Dios porque le gustan los detalles. ¿Se acuerdan cuando Jesús pidió el burro? Dijo: "Aquel específicamente". No era cualquier burro sino uno determinado.
Sé específica y Dios no te va a dar sólo lo que pedís sino también los accesorios.
Aprendé a seguir tu bendición, cuando Dios te da algo no tenés que abandonarlo, no lo podés perder, porque sino el tren se va a ir y no vas a aprender.

Hay respuestas que no se van a acercar a vos, sino tenés que buscarlas. Hay bendiciones que tenés que ir a buscar, hay que correrlas, mirarlas y no sacarle el ojo hasta que las disfrutes.
Corré detrás de tu bendición, sos responsable de tu vida espiritual, aprendé a cuidarla para que ninguna bendición se pase de largo y siempre habrá alguien que quiera tomarla, no lo permitas.
Lo que Dios me dio es mío y nadie me lo puede quitar.

FUENTE:
Pastora Alejandra Stamateas
http://www.presenciadedios.com

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